La cerámica talaverana de Benigno Vega Inclán en el Museo del Greco
Entre los autores del Regeneracionismo destacó Benigno Vega Inclán, una
figura singular cuyo entusiasmo consiguió implicar a Alfonso XIII y al mecenas Archer
Milton Huntington en varios de sus proyectos, finalmente donados al Estado
español.
Fue el II marqués de la Vega Inclán. Pionero en la promoción turística de
España. Fundó cuatro museos, dos paradores de turismo y formó parte del
Patronato del Museo del Prado y del Museo Sorolla, su fiel amigo. Era un
apasionado del arte, especialmente de la pintura, coleccionista y marchante, y
sentía admiración por la cerámica talaverana, que no falta en ninguno de sus
museos.
En este artículo revisamos la prensa histórica para conocer cómo se gestó
la creación del Museo del Greco y descubrir la cerámica talaverana que alberga.
Como toda colección cerámica, tiene una historia que contar.
Benigno Vega pertenecía
a una familia de tradición militar vinculada a la defensa de la monarquía
borbónica. Su abuelo, también llamado Benigno, fue mariscal de campo:
luchó en la Batalla de Talavera durante la Guerra de la Independencia y combatió
en las guerras carlistas por la reina Isabel. El título de marqués de Vega
Inclán fue concedido en 1878 por Alfonso XII al padre de Benigno, Miguel, uno
de los generales que contribuyeron al regreso del monarca.
En sus años de
juventud, Benigno no tenía claro cómo orientar su vida profesional. Probó
suerte en Argentina como hombre de negocios, aunque la aventura fue breve.
De regreso a
España, trabajó como articulista en El Imparcial.
Incluso llegó
a alistarse como militar, pero se fijaba más en los cuadros que adornaban los
despachos de sus superiores que en las armas.
Tampoco parecía
sentir especial interés por asumir el título de marqués de la Vega Inclán.
Finalmente,
cuando el plazo estaba a punto de expirar, Benigno aceptó el
título de II marqués de la Vega Inclán, en 1898.
La relación de Benigno Vega Inclán con Toledo parece casual. Fue Manuel Bartolomé Cossío quien le informó que la casa donde se creía que había vivido El Greco estaba a punto de ser derribada. Aquella noticia llevó a Benigno a comprarla en 1905.
Cossío fue un estudioso del Greco, no solo
de su obra, sino también de su vida y su contexto histórico. A través de sus
estudios creyó dar con la casa toledana donde vivió el pintor cretense.
En 1907 Benigno ideó crear un museo en la supuesta
casa del Greco para cederla posteriormente al Estado, reuniendo en él la dispersa
obra del Greco. Acompañado por su buen amigo Sorolla, presentó su
propuesta al Gobierno. Para sorpresa de ambos, tanto el Ejecutivo como el
alcalde de Madrid, Eduardo Dato, aceptaron sin objeciones.
El proyecto planteaba que el Estado asumiera los gastos del nuevo
museo, mientras que un Patronato se encargaría de gestionar y conservar unos
cuarenta lienzos del Greco que se encontraban repartidos por Toledo y en un
estado de conservación deficiente.
Benigno propuso trasladar los cuadros a Madrid para su
restauración, algo que no encontró oposición: en aquel momento se daba por
hecho que los lienzos pertenecían al Estado. Finalmente logró reunir veinte
cuadros, entre los que destacaban Vista
y plano de Toledo y el Apostolado.
El Apostolado del Greco está formado por
trece lienzos: el Salvador y los doce apóstoles. Sus medidas son de 97 x 77cm.
Fueron realizados a comienzos del siglo XVII, unos diez años antes del
fallecimiento del pintor.
Aunque son cuadros individuales, en la
composición, el Salvador ocupa la posición central, mientras que seis apóstoles
lo miran desde la izquierda y otros seis desde la derecha. Sus rostros pertenecían
a toledanos anónimos que el artista transformó en apóstoles.
En el momento de la desamortización de
Madoz de 1855, el conjunto se encontraba en el Hospital de los Caballeros de
Santiago, cuyos bienes pasaron entonces al Estado, incluidos los Grecos. Con el
paso de los años, los lienzos fueron trasladados al Museo Arqueológico de
Toledo, donde llegaron muy deteriorados. Al no estar firmados, el museo los
atribuía a la escuela del Greco.
A primeros del siglo XX, el crítico de
arte Francisco Alcántara (futuro director de la Escuela de Cerámica de Madrid)
"redescubrió" el Apostolado y el Jesús, incorporándolos a la
Exposición Histórico-Europea celebrada en Madrid en 1892. El conjunto figura en
el catálogo de la exposición, en la Sala XIV, presentado por la Comisión de
Monumentos de la provincia de Toledo.
Mientras los cuadros permanecían en
Madrid, Benigno cedió su palacio para custodiarlos. Su idea era restaurarlos y
exponerlos en el nuevo museo que proyectaba para Toledo.
En 1908, Manuel Bartolomé Cossío (1857-1935) publicó El Greco, una
amplia recopilación de la obra del pintor. Las fotografías de Mariano Moreno
que ilustran el libro dejaban ver el mal estado de conservación de los lienzos.
Y, lo que es más importante, Cossío demostró que el Apostolado era obra inequívoca
del Greco.
Este Apostolado no es el único pintado por El Greco. Se conservan
otros dos: uno en la Catedral de Toledo y otro en Oviedo.
Benigno compró el antiguo solar donde se
creía que había estado la casa del Greco, así como algunas casas contiguas. Al
poco tiempo, debido a su mal estado, la casa se derrumbó.
Llamó entonces la atención la respuesta de
Benigno ante este imprevisto: lejos de realizar una demolición total, comenzó a
reconstruir y levantar una recreación de lo que habría sido la casa del Greco, incorporando
elementos decorativos propios de la época, incluidos cacharros y cerámica
decorativa. Inició las obras sin perder tiempo, pues necesitaba que el edificio
estuviera listo para poder exponer allí los cuadros. Para ello, contrató al
arquitecto Eladio Laredo Carranza.
Mientras tanto, con los lienzos ya en
Madrid, Benigno contrató al restaurador Enrique Martínez Cubells, el más
prestigioso de su época, costeando incluso los magníficos marcos realizados por
Juan García Ruiz. Benigno no contaba con ingresos estables ni una economía holgada:
trabajaba como marchante de arte y vendía cuadros para sufragar estos gastos, y
en ocasiones pasó apuros económicos.
El traslado de los cuadros generó
preocupación en Toledo, donde muchos temían que los cuadros no volverían a la
ciudad. Al haber estado expuestos en el Museo Arqueológico provincial de Toledo
y en el Ayuntamiento, algunos concejales consideraban que pertenecían a la
ciudad e incluso preferían que se conservasen en un museo municipal.
Así las cosas, este asunto llamó la
atención de Alfonso XIII, que decidió unirse al proyecto de Benigno,
garantizando su protección y promoviendo una exposición de los diecinueve
cuadros ya restaurados en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en
Madrid. La muestra se inauguró el 10 de mayo de 1909.
La polémica volvió a Toledo en 1910 cuando
La Gaceta publicó la real orden que aceptaba el ofrecimiento de Benigno y
creaba un Patronato para el museo, sin incluir a ningún representante del
Ayuntamiento. En cambio, formaban parte de este Patronato amigos cercanos
a Benigno Vega Inclán: Cossío y Joaquín Sorolla.
Para evitar mayores tensiones, Benigno convocó
una primera reunión, asegurando la representación de todos los estamentos
toledanos. Esta reunión se celebró en el Museo del Greco, con los cuadros ya
expuestos, lo que suponía su inauguración y la donación al Estado. El
Ayuntamiento aprovechó la ocasión para proponer a Benigno como hijo adoptivo de
Toledo. En agradecimiento, Benigno propuso que el Ayuntamiento quedara
representado en el Patronato.
Aunque todos los asistentes a la reunión dieron por inaugurado el
museo, a la semana siguiente, sin anuncio, Alfonso XIII visitó el museo
acompañado de Benigno, figurando esta visita como la inauguración real.
Un año después, Sorolla y Benigno deseaban que el rey presidiera un evento solemne
de inauguración del museo, pero no lo lograron.
A raíz de las reuniones del Patronato, Sorolla comenzó a acudir a
Toledo en el verano de 1910. Las crónicas detallaban la lista de cuadros que
incluía el museo.
Respecto al San Bernardino, en diciembre
de 1910 el Museo del Prado aprobó la cesión en depósito del cuadro al Museo del
Greco.
Desde enero de 1911 las crónicas narran
las visitas al museo por parte de estudiantes, confirmando que el museo ya se
encontraba decorado por objetos antiguos coleccionados por Benigno.
Con motivo del tercer centenario del fallecimiento del Greco, se creó
una Junta organizadora formada, entre otros, por la Infanta Isabel y Huntington
(vocales de honor), Joaquín Sorolla (presidente efectivo), Bartolomé Cossío y
Benigno Vega Inclán (vicepresidentes), Francisco Alcántara (vicepresidente de
la comisión de propaganda) y Platón Páramo (vicepresidente de la comisión
económica), entre otros.
El cuadro de Sorolla muestra una reunión del Patronato con Benigno
en pie mostrando los planos a Alfonso XIII, acompañado de Huntington, Cossío,
Sorolla y otros miembros.
Entre 1911 y 1928 Alfonso XIII nombró a
Benigno Comisario Regio de Turismo, dando cuentas directamente al rey. Recorrió
España promocionando el turismo, impulsando la construcción de hoteles y
restaurantes, carreteras y el enlucido de los monumentos.
En 1912 viajó a Estados Unidos para preparar
la participación española en la Exposición Universal de San Francisco de 1915, fortaleciendo
las relaciones diplomáticas deterioradas desde 1898. Continuó con esa labor
diplomática mostrando el Museo del Greco a los presidentes extranjeros, como el
francés en 1913, e incluso organizó la Exposición Internacional de Turismo en
Londres en 1914.
Benigno legó su palacete al Estado, su residencia madrileña, que
pasó a convertirse en el Museo Romántico de Madrid.
En 2007 se dio la exposición "Tesoros ocultos. Fondos selectos del Museo del Greco y del Archivo de la Nobleza". En la ficha se indica que el Museo del Greco cuenta con un tesoro oculto, no mostrado al público, formado por pinturas, mobiliario, esculturas y una interesante colección de cerámica de Talavera, guardadas en sus almacenes.
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