El 25 de julio de 1924, a las once de la mañana, un incendio devastador redujo a cenizas la iglesia parroquial de San Andrés, un templo gótico del siglo XV en Castillo de Bayuela. Todo comenzó con unas velas mal apagadas que prendieron fuego al retablo de madera, propagándose rápidamente por todo el templo. Durante seis horas, las llamas devoraron el interior de la iglesia, consumiendo imágenes, tesoros y mobiliario litúrgico. Al final, solo quedaron en pie las arcadas ennegrecidas, los muros de piedra y la pila bautismal de piedra.
Retablo mayor de la Iglesia de San Andrés, antes del incendio de 1924.
Desesperado por salvar el copón del sagrario, el párroco se adentró en la iglesia en llamas, arriesgando su vida. Los vecinos lograron sacarlo a tiempo, salvándole la vida. Sin embargo, el impacto de aquella situación, sumado a los problemas de salud de aquel episodio, provocó el fallecimiento del párroco a los pocos meses.
En enero de 1926, debido a la delicada situación en Castillo de Bayuela, se trasladó a la parroquia Marcelo Gómez Matías, quien hasta entonces había sido párroco de Arenas de San Pedro. Fue él quien escribió la famosa carta que fue difundida por los principales periódicos españoles.
Comienza la carta dando a conocer el suceso, recalcando el sufrimiento del anterior párroco:
Continúa mostrando que se ha convertido en un párroco sin iglesia, dando misa al aire libre en el portal de una casa, sirviéndole de tribuna un viejo mostrador de tienda prestado por un vecino, "sin más adornos que un cajón que hace las veces de sagrario".
Continúa narrando la triste situación en la que se encuentra el pueblo para lanzar su petición:
El inventario de los bienes que necesita es amplio, pero es importante destacar que necesita una pila bautismal, refiriéndose a un nuevo cuenco cerámico para ubicarlo dentro de la pila bautismal de roca, que quedó intacta, pero ennegrecida.
Finaliza su carta abierta indicando que hará público en el Almanaque Parroquial los donativos recibidos a lo largo de cada año. Gracias a esta publicación sabemos que la unión Henche-Montemayor continuaba vigente en 1928 por las donaciones realizadas. Se despide el párroco de los lectores y potenciales donantes:
Con esta presentación, el párroco de Castillo de Bayuela se hizo conocido en toda España, siendo entrevistado y apareciendo en titulares en diversos periódicos. Su mensaje caló en la sociedad católica de la época, movilizando la solidaridad de muchos.
El Debate, 6 de marzo de 1926.
El Pueblo Cántabro, 31 de marzo de 1926.
El Día de Palencia, 10 de agosto de 1926.
La financiación para la reconstrucción de la iglesia parecía una tarea imposible. Ni el Gobierno ni el obispado de Ávila podían hacerse cargo de los costes dado que debían atender otros asuntos, por lo que el párroco dependía exclusivamente de las donaciones de particulares. Para ello, emitió un empréstito de 10.000 pesetas, ofreciendo acciones de deuda perpetua "reintegrables el día de la cuenta, en que el Señor las liquidará con creces fabulosas, allá, a las puertas del cielo". También solicitó granos de oro "para el altar, con su tabernáculo, con su sagrario..." para prestar servicio durante siglos.
Almanaque Parroquial, enero de 1927.
A finales de 1927, en diciembre, se inauguró la carretera que desde 1911 demandaba el pueblo de Castillo de Bayuela para conectarse con la carretera de Talavera de la Reina a San Martín de Valdeiglesias. Las autoridades estuvieron presentes en la inauguración, y el párroco aprovechó la ocasión para solicitar fondos para su parroquia.
El Castellano, 23 de diciembre de 1927.
Es importante destacar el logro del párroco, un detalle que fue revelado unos meses después por el periódico El Castellano. Aunque el pueblo había reclamado este camino desde 1911, fue con la llegada del nuevo párroco que se comenzó a trabajar en serio. Él mismo se ocupó de estudiar el presupuesto de las obras y de gestionar el empréstito necesario para su realización.
El Castellano, 19 de mayo de 1928.
En su Almanaque Parroquial de 1928, el párroco explica que Castillo de Bayuela no tenía contacto con el resto de España y que las gestiones de sus alcaldes habían resultado infructuosas. Continúa:
Finaliza su narración explicando que cuando las obras alcanzaron la mitad de su recorrido, la Diputación intervino y se logró el éxito final de las obras.
Las autoridades, el pueblo y el párroco en el rollo de Castillo de Bayuela.
Almanaque Parroquial enero de 1928.
En el Almanaque Parroquial de 1928, el párroco da más detalles de las consecuencias del incendio: debido al disgusto, no solo falleció el entonces párroco, sino también el sacristán.
En este Almanaque también indica que la noticia llegó a Sudamérica y comenzaron a llegar donativos desde Argentina, Uruguay, Paraguay o Puerto Rico. También llegaron de Filipinas. Ya había albañiles trabajando gracias a las donaciones recibidas.
A finales de 1928 el templo ya estaba levantado gracias a las limosnas recibidas, aunque aún no podía oficiar misas en su interior.
Recorte de El Castellano, 21 de noviembre de 1928.
Continúa el párroco explicando al reportero de El Castellano las necesidades que aún tiene la parroquia para su interior. Y será aquí cuando entren en acción los ceramistas talaveranos Henche, Montemayor y Ruiz de Luna.
El Almanaque Parroquial de enero de 1929, cita el párroco los objetos donados durante 1928, donde se detalla que la Casa Henche-Montemayor donó vinajeras con recipientes y platillo de cerámica, dos candeleros artísticos estilo siglo XVI (0,50) de cerámica para cinco bujías, y cuatro candeleros de 0,30, un cuenco grande para el interior de la pila de bautismo, y una pila de agua bendita.
Por su parte, Juan Ruiz de Luna donó los azulejos para la lápida conmemorativa de las fechas del incendio y apertura del culto, y azulejos y banquetón para el guarnecido del púlpito.
Cuenco cerámico del interior de la pila bautismal.
Parroquia de San Andrés. Castillo de Bayuela.
Donación de Ruiz de Luna. 1928.
Las misas volvieron el 25 de julio de 1928, tan solo 4 años después.
También iban llegando las imágenes, talladas por artistas y financiadas con donaciones de aristócratas.
El Diario de Ávila, 1 de diciembre de 1928.
El párroco tenía claro que el retablo debía ser construido con materiales no combustibles. Es provable que, ya en 1929, estuviera considerando la cerámica talaverana como una opción ideal para evitar futuros riesgos.
No solo llegaron donaciones desde España y Sudamérica, sino también los reconocimientos al párroco.
El Día de Palencia, 4 de febrero de 1930.
La llegada de la república en 1931 fue un nuevo obstáculo al objetivo del párroco.
El Castellano, 17 de febrero de 1933.
Pese a la adversidad, la Administración volvió a interesarse por el párroco y su causa. Y en 1934, el ceramista Juan Ruiz de Luna vio cumplido su sueño: crear un retablo que evocara la grandeza de los siglos pasados, inspirado en las obras de Niculoso Pisano. El párroco deseaba una pieza que impresionara y perdurara en el tiempo, y Juan Ruiz de Luna transformó ese deseo en una obra monumental de la cerámica artística talaverana.
El Castellano, 16 de julio de 1934.
Retablo de Ruiz de Luna. 1934.
Como mencioné al principio, el Almanaque Parroquial nos permite confirmar que la colaboración entre Henche y Montemayor se mantuvo, al menos, hasta 1928. Hasta la fecha, su donación para la parroquia de San Andrés de Castillo de Bayuela es la última obra conocida de esta asociación.
La obra del párroco continúa vigente. En los pueblos de la comarca (San Esteban del Valle, Arenas de San Pedro y Castillo de Bayuela) realizó varias actividades dignas de un economista, como la creación de la Caja Rural en Arenas de San Pedro, que ha derivado con el tiempo en la Fundación Marcelo Gómez Matías en aquella localidad.
Almanaque Parroquial, enero 1930.