La cerámica de la familia Niveiro
A finales del siglo XIX, en Talavera de la Reina solo existían dos alfares:
el alfar de El Carmen, de la familia Niveiro, y el alfar de La Menora, de
Romualda Martínez. Este último cerró sus puertas en 1905, pero no sin antes
formar al joven Julián Montemayor en sus instalaciones. Ambos alfares se
dedicaban a la producción de cerámica de uso común.
Tras el cierre de La Menora y con la aparición de nuevos alfares, El Carmen pasó
a convertirse en el alfar más antiguo en funcionamiento de Talavera, un logro
que la familia Niveiro destacaría con orgullo en su publicidad. Su plantilla,
además, contaba con los alfareros que anteriormente habían trabajado en La
Menora.
Es muy probable que el alfar visitado por Emilia Pardo Bazán entre 1905 y
1908 fuera El Carmen, ya que en sus escritos menciona que, en Talavera, solo
quedaba un alfar dedicado a la loza común.
Los Niveiro figuran entre los "ceramistas ilustres" que cita la
declaración de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO para la
fabricación artesanal de la cerámica de Talavera de la Reina, como no podía ser
de otro modo. La segunda y tercera generación de esta familia de ceramistas fueron
contemporáneos del doctor Henche.
Cada miembro
de la saga Niveiro tuvo que enfrentarse a los retos sociales de su época,
adaptándose perfectamente a cada situación. Juan Niveiro Page fundó
su alfar con el propósito de crear vasijas o tinajas destinadas a nobles fines
domésticos, como el almacenamiento de aceite y vino.
Sin embargo,
Juan Niveiro no se limitó solo a la creación de vasijas. Su producción también
incluía loza de uso común para los hogares, y su deseo de crear arte lo llevó a
participar anualmente en las exposiciones de la industria nacional, donde sus
jarrones captaban la atención por su belleza. En 1878, formó parte del grupo de
industriales que hicieron un regalo a la reina, con motivo de su boda, consistiendo
en una jarra de loza. Aunque la prensa no ofreció más detalles, podemos suponer
que estaba "primorosamente decorada".
Uno de los
mayores desafíos a los que tuvo que enfrentarse Juan Niveiro fueron las nuevas
ideas del pensamiento político y económico que se extendían como la pólvora por
todo el mundo. Un filósofo alemán hablaba de salario, precio y ganancia, y
defendía su teoría del valor-trabajo. En respuesta, Niveiro escribió una extensa
carta al periódico La Correspondencia de Valencia, en la que Juan Niveiro se
identificaba tanto como obrero como empresario. A continuación, se presenta el
artículo completo escrito a sus 67 años de edad.
Viendo el
artículo anterior, se puede ver la relación de Juan Niveiro con la comarca
valenciana. También llevó a Talavera pintores de Manises para plasmar su arte
sobre el barro talaverano, lo cual era evidente tanto a simple vista como en su
publicidad. Esto supuso un gran impulso para la producción cerámica local. Fue
el modelo empresarial propuesto por Niveiro. Resultaba difícil distinguir una
pieza elaborada en Manises de otra hecha en Talavera, salvo en el bizcocho,
como se llama a la pieza sin decorar.
La siguiente
generación fue Emilio Niveiro Gil de Rozas, que continuó la
tradición ceramista de su padre en el alfar familiar de El Carmen, fabricando
loza de uso doméstico.
Emilio
Niveiro Gil de Rozas fue el empresario que rechazó a Enrique Guijo. Fiel a sus
principios, dueño de su fábrica y de su destino, decidió no involucrarse en las
propuestas de Guijo y Platón Páramo. Podría haber sido el dueño y señor del
revival de la cerámica artística talaverana, pero decidió como artista, no como
empresario: ¿En qué lugar queda el artista si se limita a las reproducciones
exactas? La realidad de su decisión quedó plasmada para la posteridad en la
siguiente crónica que anuncia el alfar de El Carmen seguida de la nueva fábrica
de Platón Páramo y su exposición de piezas antiguas.
En una publicación
de 1920 se indica que Emilio Niveiro Gil de Rozas cedió la dirección de su
empresa a su hijo, Emilio Niveiro Romo; lo hizo el año anterior. Será
el responsable de plasmar el revival de la cerámica talaverana a sus obras,
creando réplicas exactas y compitiendo con el alfar de N.S. del Prado. La
prensa destacaba una Virgen del Carmen de tamaño natural. Este artículo también
relata la visita de un corresponsal al alfar de El Carmen, quien luego se dirigió
al nuevo alfar de Julián Montemayor.
Emilio
Niveiro Romo fue testigo del paso de Enrique Guijo por el taller familiar. En
1911, partió hacia Madrid para formarse con Guijo en la Escuela de Cerámica de Madrid, creada ese mismo año. Su formación finalizó en 1919 y regresó a Talavera
para convencer a su padre para comenzar a fabricar obras como las de Ruiz de Luna. El Carmen tenía tantos trabajadores como N.S. del Prado, y la competencia
empresarial comenzó con 11 años de ventaja para Ruiz de Luna.
La prensa elogiaba el trabajo de Emilio Niveiro Romo, quien incluso fue requerido por el Gobierno de Uruguay para formar a una nueva generación de ceramistas en ese país.
Además,
Emilio Niveiro Romo fue concejal del Ayuntamiento de Talavera de la Reina, aunque no hay evidencia de que hubiera impulsado mejoras
artísticas destacadas.
Entre los
periódicos de la época, llama la atención este anuncio, repetido durante varios
meses en el año 1925, donde Emilio Niveiro Gil de Rozas vende 3/5 de la
propiedad del alfar de El Carmen, siendo los otros 2/5 propiedad de su hijo
Emilio Niveiro Romo. Esto ocurrió el mismo año en que el doctor Henche y Julián
Montemayor se unieron. Es posible que Niveiro buscara nuevo capital para El
Carmen tras ver la mejora del alfar de San Antonio con el capital aportado por
el doctor Henche. En el mundo de la cerámica, el arte y el negocio empresarial debían
ir de la mano para asegurar la supervivencia de los alfares.
Como se
mencionó al inicio, El Carmen era el alfar más antiguo en funcionamiento en
Talavera, un hecho que los Niveiro mostraban con orgullo en su publicidad.
En 1925, siguiendo la tradición creada por Ruiz de Luna, Niveiro decoró La Cruz de los Alfareros. Dice el portal de La Salle Talavera que cada año se turnaban en hacerse cargo de esta procesión los alfareros de N.S. del Prado o los de El Carmen. Los empleados de Ruiz de Luna llevaban trajes blancos, salvo los portadores, que eran negros; y los empleados de El Carmen llevaban trajes morados.
Además, en El
Carmen se celebraron diversos actos religiosos, como el descrito en la
siguiente crónica:
La guerra
civil trajo consigo muchos cambios: el doctor Henche tuvo que abandonar
Talavera, Francisco Arroyo dejó a los Ruiz de Luna y realizó una colaboración
con los Niveiro, y Julián Montemayor vendió su alfar a Elidio Sánchez Sosa. Muchos
alfares sufrieron graves daños o no pudieron continuar. En 1943 solo quedaban
tres en funcionamiento: los de Ruiz de Luna, Niveiro y Saso (Elidio Sánchez Sosa).
Después
llegaría la época de las cooperativas, como único medio de supervivencia para
los alfareros talaveranos. La siguiente generación de los Niveiro continuó con
la tradición familiar, llegando incluso a fundar un nuevo alfar llamado La
Menora, en homenaje a aquel alfar de cerámica común que cerró a principios del
siglo XX, pero eso ya es otra historia.
Afortunadamente,
hoy en día aún se conserva el edificio que albergó primero a los frailes y luego
a los alfareros de El Carmen, lo que contrasta con el destino del alfar de N.S.
del Prado, que tuvo que ser demolido en 1979.
Testigo de
esta historia, el Museo Ruiz de Luna custodia las primeras obras que realizó Enrique
Guijo en el alfar de El Carmen bajo la atenta mirada de un chico de 14 años
llamado Emilio Niveiro Romo.
El alfar de El Carmen de los Niveiro finalizó su actividad en 1949, continuando con otras formas societarias, cerrando definitivamente en 1965.
Ya se encuentran disponibles los libros del doctor Henche:
Si estás interesado en descubrir la fascinante historia del doctor Henche y su legado en la cerámica y medicina talaverana, ya se encuentran disponibles ambos libros. A través de estas páginas, te sumergirás en un viaje inolvidable a través del tiempo, explorando la riqueza histórica de Talavera de la Reina y descubriendo la pasión y dedicación de este destacado médico y artista.
Ya puedes disfrutar de estas cautivadoras historias que han sido cuidadosamente documentadas para preservar el legado del doctor Henche. Cada libro incluye varias fotografías de las clínicas del doctor y de la obra cerámica de la Casa Henche y Henche-Montemayor.
Los relatos de los hijos del doctor Henche muestran la fascinante conexión entre la cerámica de Talavera de la Reina y la medicina durante el primer tercio del siglo XX.
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